Gracias a los rellenos que existen hoy en día, podemos devolver la juventud al rostro conservando su armonía y naturalidad, ya que reposicionamos los volúmenes que se han ido perdiendo, inducimos colágeno y elastina, hidratamos la piel, aumentamos la turgencia y reconstruimos la estructura facial.

En pacientes jóvenes la cara tiene una morfología triangular, con más volumen en la zona de los pómulos y una línea mandibular bien definida. Con el paso del tiempo, el triángulo se invierte debido a que los tejidos óseos y grasos se van atrofiando, existe una pérdida de colágeno y del sostén.

El volumen va disminuyendo en el tercio medio de la cara (pómulos), apareciendo flacidez en el tercio inferior, difuminando la línea mandibular y aumenta de la profundidad de los surcos y arrugas. El tratamiento con rellenos faciales (fillers) aporta sostén, mejora la apariencia y calidad de los tejidos con resultados naturales.

Gracias a los rellenos que existen hoy en día, podemos devolver la juventud al rostro conservando su armonía y naturalidad, ya que reposicionamos los volúmenes que se han ido perdiendo, inducimos colágeno y elastina, hidratamos la piel, aumentamos la turgencia y reconstruimos la estructura facial.

Se tratan de técnicas no-invasivas, prácticamente indoloras y sin necesidad de realizar reposo. Dependiendo del caso se pueden combinar diferentes tipos de rellenos o estimuladores de colágeno para combatir el envejecimiento. Los productos que se utilizan son biodegradables (desaparecen con el paso del tiempo) y biocompatibles con el organismo. Dichos productos generan una “huella estética” con la que podemos ir mejorando la calidad de la piel de manera progresiva a medida que realizamos el mantenimiento periódicamente.

Los rellenos o fillers más habituales son los de ácido hialurónico, pero también existen otro tipo de rellenos que son bioestimuladores de colágeno, por ejemplo, el ácido poliláctico (Sculptra®) policaprolactona (Ellansé®) o la hidroxiapatita cálcica (Radiesse®).